domingo, 3 de marzo de 2013

Fotos y Textos de "El Pliegue o Filosofia Para Princesas"


   a) Cuerpos partidos.
                    
 Existen los cuerpos y los”estados de cosas”, co-existen, comulgan, se entraman, se “reabsorben”   , se tensan, arden. Los cuerpos son destino. Afectan acontecer y el acontecer los efectúa. Se insisten uno al otro .No son pasibles ni imposibles, son improbables. Se extreman y se fragmentan, se extralimitan .Se aprehenden y recapturan  Son simultáneos y se leen y releen. Se atribuyen. “Un cuerpo espesura como un vapor de superficie.”   Un cuerpo des-profundo que ahonda con otros en todas sus partes  Como fuego en el hierro se transfigura, efectúa sus superficies. Se distribuye, resplandece, irradia las cosas. Un efecto del efecto. Se desdobla, en la interioridad de su suerte es causa, en lo exterior efecto,  se desintegra para  no perder su unidad. Se incorpora no confronta .Las cosas y los estados sustancian la ya sustancia, toman cuerpo. Insiste en la existencia, esquiva la idea de sí. Se sustrae de su simulacro para quedar a la deriva y se insinúa para el efecto. Pierde su causa, su eficacia, su aliento para ser idealidad extrema. Un sortilegio. Ya no está solo ni culpable, comparte la herida, el escondrijo, el flagelo. Cicatriz.   “…dices un carro, luego un carro…  pasa por tu boca”. Cuerpo y acontecimiento se ilimitan, se excavan, se  entrometen, se infunden, se esperan, se trastocan y en ese deslizamiento cumplen su destino poético  Cristal. Se invierten. Tartamudean. El mutuo desliz  induce el otro lado del sentido, el otro lado del destino. Todo “vapor incorporal”  la antisustancia. Lo que hay que ver no está en lo profundo  sino en el revés, o en todo caso en la frontera. La marca la cicatriz no es adentro, supura visible obscena. Allí incorpórea, irreal. Para demostrar,..” que lo más profundo es la piel”.    El acontecimiento corroe, no en el fondo sino en el umbral. La herida sangra en el extrañamiento, habla cuando se desconoce.   En el acontecer poético el sentido no es lo oculto ni lo visible, es lo vivo. Ve su propia carne flagelada .Es una neutralidad impenetrable, corte de la conciencia, fractura, indiscernimiento. No hay un adentro del sentido en el acontecimiento poético, es la parte de adentro de un siempre afuera. Un  frágil, un infundado. No es que ve del otro lado, ve todo. En un operativo de desfondamiento instala el reino de las superficies.






3.8 - De los cuerpos que hablan.           

a) De lo vivo fulgurante.  (Sobre una gramática de los cuerpos)
                                        
“Que los cuerpos hablan lo sabemos desde hace tiempo”. [1]
Toda razón puede ser sólo la voz de los dioses, perpetua vacilación. Del otro lado de los cielos el cuerpo duda, evade su eterna disyuntiva confundiendo al dios que lo soporta,  el cuerpo conjurador de cuerpos padece su propia perversión : asumir el dilema en su dilema, omitir la acción de gracia , encubrir- se  ; efecto cascada de si mismo, a partes, por partes, con vista previa de lo que vendrá, sólo el lenguaje vendrá a denunciarlo, a hacerlo carne, a exonerarlo, a dinamitarlo ; la lengua que discrimina incluso a los dioses, una producción en cadena de su íntimo arbitrio, manifiesta, obscena, penitente. Dudar lo pervierte, lo pervienten sus improbabilidades , una diferencia que nunca lo suscribe, carne suspendida y escrupulosa, hacer de su lengua un cuerpo glorioso,[2] , el cuerpo no hace lenguaje se incrusta en él, le basta su estructura, no necesita dios, es entidad antidivina, su lengua es el antidios, el incapturado, su purificación por el infierno, la disyuntiva lo crucifica ; el cuerpo hablante en fuga de su perspectiva, el cuerpo poético multiplica sus reflejos, refracta su ignominia , se dobla pliega y repliega sobre lo otro, sobre lo que mira ; en un turbio teatro de simulacros se erige objeto de conocimiento, es poseso  y  poseído , se difumina. La poética de los cuerpos está en sincronía con la muerte, es su re- flexión, su glorificación, su advertencia. Toda mirada es una expropiación, darse a poseer y ser esclavo de la donación, extraviar la identidad, devenir la tierra prometida, el soñado artificio de la divinidad, el sortilegio de lo oculto, inducir al cuerpo a separar el gesto de la conciencia de sí, sin nunca perderse de vista, hasta que él mismo sea su mentira, su disyunción, su disfunción, su funcionalidad equivoca, una apoteosis del mal. Y conjurar el maleficio con un rictus mayor, hiperreal, casi indecente, desmesurado y gravoso, vivir en perpetua sospecha de sí, mal mirado, oprobioso, un desterrado, un desclasado y cada vez servir al más alto de los simulacros. Y por ello asumir su condena, quedarse a solas con los espíritus, los innombrables, los intratables. El  cuerpo poeta no le habla a alguien se extravía en los espejos. La carne poética provoca invoca y revoca y denuncia su propio origen, reniega de sí.  Ambigua, encarna un vacilante, se confunde y confunde,  proyecta su plan de muerte, se predetermina, primero es indiferenciado para luego discriminarse y morir como proyecto, la escisión es su poema, su forma antinatural, su coagulación. Lo vacilante obra la diferencia, para encarnarse se prostituye, es anti -reflexivo, se oculta en lo indeterminado, es la exacta flexión de lo artístico o lo poético, un zozobrar en  el escrúpulo, en la noche del maldito sueño, donde siempre está por suceder lo que nunca sucede. El relato del cuerpo es anterior al cuerpo, como en  Ulises cuya muerte  lo antecede, que escucha su destino antes de su destino, se escucha a si mismo, por fuera de sí. Es un estadio de la conciencia, una reiteración de la vida para proteger la vida, el cuerpo artista es fugitivo del rito, lo mira desde afuera, lo sepulcra. Reiterar salva. Lo que enferma cura. Para repetirse, el gesto se extravía, se malogra, se inexacta, no se intercambia, se reversibiliza, se miente a sí mismo y se exonera,  declara su impotencia a lo insustituíble. En permanente disyuntiva de lo que es y será se corrompe y se pierde a sí mismo en nombre de un lenguaje que siempre lo traiciona. En esa herejía es poeta.


[1].  “… No se habla nunca a alguien, se  habla de alguien a una potencia apta para reflejarlo y desdoblarlo; por eso mismo no se lo nombra sin denunciarlo a un espíritu como extraño espejo…” Gilles Deleuze: “Lógica del sentido”, Buenos Aires, Paidós, 2005. (pag. 285)  

[2]“… formar con las palabras un cuerpo glorioso para los espíritus puros…” Gilles Deleuze: “Lógica del sentido”, Buenos aires, Paidos, 2005. (pag.282 )    




a)      Superchería.  ( sobre una teoría del simulacro) :

 (  [1])“… ¿ O acaso es necesario imaginar dos tipos de repetición, una falsa y una verdadera, una desesperada y una salvadora, una encadenante y una liberadora, una que tendría la exactitud como criterio contradictorio y otra que respondiera a otros criterios?... “    

La repetición, el doble poético, es un sí mismo, ni doble ni reflejo ni simulacro, lo único que lo asemeja es la diferencia cada vez, Indesignable revoca su designio. Adviene los espíritus y allí ocurre la misión; no el cuerpo el capturador, el cuerpo el capturado. Pero toda carne pide su redención, la purificación del reiterado; detener, suspender, conjurar el tiempo; habitar el extrañamiento, la obscenidad de la hiperrealidad ; el hiperser. El cuerpo oculta su obra, la destella encubriéndola, cuando habla el lenguaje calla la carne, a mayor fidelidad a lo que habla mayor traición a lo que oculta. El lenguaje, coartada que lo purifica o lo condena, le hurta su pecado o lo demoniza.  Si aún es capaz de obrar lenguaje y denunciar será glorificado, si decide callar será exonerado…  o muerto, e incapaz de atestiguar el crimen.”El dilema de los cuerpos”, [2] tener un cuerpo para ocultar el lenguaje, para  salvaguardar-lo. Todo en un cuerpo poeta es pensamiento indeseable, impío. Todo lenguaje una expiación, que para ser desaparece. Una convocatoria de espíritus  asesinos que consumirán sus verdades por goteo y en la clandestinidad. Fugitivos de sí. Un cuerpo lenguaje que para existir impone su silencio, se impurifica .Cuerpos que son el teatro de Dios o de los espíritus, un Dios corrosivo, un anti-dios que impone doble condena e su disyuntiva, identidad e inmortalidad, integridad y resurrección, lo hace idéntico de sí. El cuerpo abjura, se excede de su suerte, y entonces el cuerpo muerto y duplicado es el verdadero  plan divino. Un Dios   que avala los cuerpos, que garantiza la inmoralidad de lo inmortal. Un Dios que apuesta a la carne, y la huida única posible es el cuerpo poético en su aversión a lo inmortal. La grieta de existir sin más, solo como potencia, solo como conjuro, no imitando su dios, sino huyendo espantado de la identidad. Ser sin designio. Ser solo lo que habla para ocultar. Sobre todo para encubrir el crimen de matar  a su dios perpetuamente. Un indesignable. Un irreversible. Es el mismo cuerpo que subvierte los espíritus, los condenados, los exonerados, los excluídos, los que como él supuran heridas de guerra, los mortales espíritus destronando su estirpe. No es por la divinidad lo poético, es por el asesinato. Un travestimiento de todos los simulacros, aún el propio .Es  por la guerra de la disimulación. El cuerpo levitado, marcado con huella de la horca, ahorcado y  conservado para trastornar . Él que es su cicatriz , su improbabilidad, un reinado de todas las modificaciones, de todos los desarreglos ; sin huella, sin claustro y sin clausura. Un conglomerado de espíritus sin aliento en pérdida constante  de su propia condición. Un indefendible. Ser cuerpo poético es excluir el cuerpo, flotar en la intensidad o intención del pasado y a la espera del futuro, reverberar en los bordes. Cuanto menos presente más es. Un incrustado. Una complicación. Es signo que sigue su rastro y lo pierde y siempre hay otro agazapado para re-encontrarlo, miles de otros que lo estrangulan; en constante violencia de sí revoca los poderes, abdica su  reinado. El lenguaje poético es un puro dios traicionado, exonerado de su paraíso .Se niega a nombrar, a de- signar. Es fortuito e indeseable. No resucita de una vez por todas, resucita todas las veces. Retorna eterno en el verdadero simulacro, que es el perderse a si mismo, en pos de un conocimiento sin fin.


([1] )  Gilles Deleuze : “Lógica del sentido” (Klossowsky o los cuerpos-lenguaje) . Buenos Aires, Paidós, 2005. (pag.290)    
[2] .  “… He aquí que en su identidad, el dilema en cascada y el gesto en suspenso, representan tanto la determinación del cuerpo como el movimiento del lenguaje…” Gilles Deleuze: “Lógica del sentido”. Buenos Aires, Paidós, 2005. (pag. 286)





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